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El reloj es uno de los
accesorios que más utilizamos en nuestra vida cotidiana. Nos permiten organizarnos, llegar a tiempo, nos recuerdan nuestras
citas y compromisos, y hasta nos viste y complementa nuestro
aspecto. Por eso está expuesto a distintos ambientes y situaciones
(como altas temperaturas o la humedad, por tanto, nuestro reloj puede
perder progresivamente su vida útil y apariencia original. Si le
hacemos un mantenimiento apropiado, y realizamos unos cuidados
básicos, no sólo garantizamos que funcione bien sino que lo haremos
lucir como nuevo.
La correa
La correa de tu reloj puede ser de diversos materiales y cada tipo requiere un cuidado y limpieza especial:
Correa de plástico:
El mantenimiento de este tipo de correas es el más sencillo, puedes
limpiar la superficie con un cepillo de dientes o un cepillo de
cerdas suaves, agua y jabón neutro, sin perfumes.
Correa de metal: El
brillo natural se puede perder con facilidad gracias a la acumulación
de suciedades o contacto con elementos corrosivos como perfumes o
cremas, para devolverlo a su estado original te recomendamos
limpiarlo una o dos veces con un paño suave con alcohol, evita el
uso de brilla metales porque estos pueden provocar el desgaste del
material con el que está hecha la correa.
Revisiones
El aceite es el elemento fundamental para que no se
desgasten las piezas del reloj. Con el tiempo, el aceite se reseca,
perdiendo su función y dañando el mecanismo del reloj. Por esto se
recomienda hacer revisiones
periódicas del reloj, concretamente cada 4 o
5 años en el caso de los relojes
automáticos. Para
los de cuarzo
las revisiones se pueden hacer en un espacio de tiempo más
amplio, ya que en este caso las piezas no se desgastan, aunque los
aceites lubricantes del mecanismo sí que se resecan igualmente.
Evitar campos magnéticos
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